RESUMEN: Es una narración basada en la teoría de MacLean que propone tres tipos de cerebro que todos tendríamos que se relacionarían con los tres ámbitos de la vida psicológica de las personas: una instancia racional, otra emocional y otra impulsiva, y como luchan entre ellos para lograr generar un cambio en nuestra conducta alimentaria. Es solo un cuento.
Nacía en una gran ciudad, hace 33 años un niño, llamado Emanuel. El primer placer que experimentó al nacer fue el acto de comer, se alimentó de su mamá. Atesoró muy profundamente en su inconsciente, emociones más que placenteras: calidez, seguridad y protección. Desde ese momento y a lo largo de su vida, para Emanuel la alimentación estaba íntimamente asociado al amor y el cuidado. La realidad es que la alimentación representaba un gran apego a su madre.
A medida que iba creciendo, escuchaba algunas de estas frases: “Si no comés la tortilla de espinaca, no hay postre”. “Tenés que terminar el plato, hay chicos que se mueren de hambre”. “Si te portás bien, tenés de postre un chocolate”. De repente, cuando empezó a sociabilizar e interactuar con la tecnología y los distintos medios de comunicación, la comida inundaba todo su entorno.
Mientras transcurría el tiempo, muchas veces al comer evocaba esa sensación de bienestar de los primeros años de su vida y decía: “Como las milanesas que preparaba mi mamá no hay otras”, “¡Qué rico el asado del domingo que hacía papá!, “La lasagna de la abuela era única”.
Cuando estaba por dar un examen, tenía una entrevista laboral, frente al primer día D, es decir cuando estaba nervioso, lo primero que hacía era buscar algo que comer, pues tenía un recuerdo inconsciente de aquellos días felices. Cuando se sentía vulnerable o alguien lo lastimaba o se enojaba, su reacción era comer, como una manera de recobrar aquel recuerdo inconsciente de protección total; buscaba regresar a través de la comida a esos días donde nadie lo podía dañar. El problema es que este mecanismo ya no funciona, comer no lo protege porque sus necesidades ya son más complejas. En la ciudad donde vivía, la accesibilidad a los snacks y todo tipo de alimento era muy fácil, estaban al alcance de sus manos en todas las épocas del año. De a poco, comenzó a comer de manera descontrolada y automática, conducta que le generó un aumento de peso, que pone en riesgo su salud.
Emanuel no podía decir que “NO”, tenía muy arraigada la enseñanza de comer para no lastimar u ofender a otro. De repente, aunque no tenía hambre, si su tía preparaba algo especialmente para él, lo comía para no herirla y sentir culpa. Entonces, el aparato digestivo se acostumbraba a recibir más comida de la que necesitaba.
Así fue como su cerebro había comenzado la batalla entre los requerimientos del estómago, los buenos modales y lo que sentía: ansiedad, tristeza, la necesidad de agradar al otro. Finalmente, poco a poco, el acto de comer pasó a tener otro significado para Emanuel. Buscaba consuelo y recompensa en la comida.
¿Cómo poder ayudar a Emanuel?
Para comenzar el programa de descenso de peso es clave la Entrevista Motivacional, además de conocer los antecedentes personales y familiares, la edad, el comienzo del desarrollo y duración, compulsiones, conductas purgativas, tratamientos anteriores, me dará información acerca del Señor Límbico y nos sugiere cuál es la intervención alimentaria o farmacológica adecuada para prevenir o reducir la irritación y la resistencia, permitiéndonos recorrer el proceso del cambio, en armonía, ejercitando el dominio propio y la perseverancia y de esta manera lograr el bienestar y la promoción de la salud.
Tomamos decisiones emocionales y luego las justificamos racionalmente
- Basado en la Teoría Triuno del neurocientífico Paul McLean
- Extraño caso del Dr Jekyll y Mr Hyde Dr. Julio Montero
Dra. Claudia Maroncelli
